Volcanes en la vecindad: "El Campo Volcánico Potrillo”.

 Volcanes en la vecindad: 

"El Campo Volcánico Potrillo”.


Fotografía del panorama cercano al cráter Adén capturada en abril de 2009 por Arturo Juárez.

         Una extensión territorial denominada “Campo Volcánico Potrillo” en las inmediaciones del núcleo poblacional de Juárez-El Paso-Las Cruces, es un muestrario espectacular de diversas manifestaciones volcánicas ocurridas aquí hace miles de años. Jay W. Sharp describe en su artículo (1) que es un paisaje del desierto de Chihuahua de unos 1,300 kilómetros cuadrados (500 millas cuadradas) que incluye flujos de lava, conos de ceniza, volcanes en forma de escudos romanos, cráteres inmensos, fracturas estructurales, montañas bajas, depósitos de arenas arrastradas por el viento, lagos de playa, cactus y matorrales. El inicio del campo se encuentra a unos 50 kilómetros al oeste de El Paso y el Río Grande, algunos exactamente en la línea divisoria internacional México-EUA y la mayoría inmediatamente al norte de la frontera, en el Estado de Nuevo México. 


Esquema del área comprendida por el Campo Volcánico Potrillo con la localización de los principales atractivos. El croquis se basó en la información proporcionada en el mapa aparecido en articulo de René A. De Hon and Richard A. Earl. “ Reassessment of features in the Aden Crater lava flows, Doña Ana County, New Mexico”. Department of Geography, Texas State University, 601 University Drive, San Marcos, Texas 78666. New Mexico Geology Spring 2018, Volume 40, Number 1. Consultado en abril de 2022 en el sitio: https://geoinfo.nmt.edu/publications/periodicals/nmg/40/n1/nmg_v40_n1_p17.pdf

Existe la versión de que una leyenda local, fue la que le dio a la región el nombre de "potrillo". Un minero pionero huyendo de los indios apaches que lo perseguían, tuvo que matar y abandonar un potrillo de carga en el campo del volcán; el potrillo llevaba un tesoro en monedas. El minero logró escapar, y regresó, pero nunca pudo encontrar el cadáver del potrillo ni el dinero. La historia supone que el tesoro permanece perdido en algún lugar del desierto hasta el día de hoy (2).

Orígenes y Evolución.

Siguiendo con las descripciones de Jay W. Sharp del Campo Volcánico (1) se narra que es un producto de las fuerzas titánicas que produjeron la fisura del Río Grande originada hace 29 millones de años, una falla estructural aún activa que comienza en las Montañas Rocosas de Colorado y se extiende hacia el sur por más de 1,000 kilómetros, a través del corazón de Nuevo México, del extremo occidental de Texas y el norte del Estado de Chihuahua. La grieta, provocada por una colisión de placas tectónicas, se formó cuando la corteza terrestre se abultó, agrietó y deformó. Algunas partes de la corteza se elevaron a miles de metros, produciendo cadenas montañosas. Otras partes se hundieron a miles de metros, produciendo cuencas intermedias. Las fracturas de la corteza abrieron avenidas para la roca fundida, que a veces salió o explotó violentamente sobre la superficie, tierra arriba y abajo de la grieta. Con el tiempo, la grieta creó las gargantas y los valles que se convertirían en el cauce del Río Grande o Bravo (1).

Durante millones de años, el río, que transportaba aguas y sedimentos derivados de las montañas en desarrollo, desembocaba en un transitorio cuerpo de agua sin salida al mar, nombrado en nuestros días como “Lago Cabeza de Vaca”, que cubría partes del oeste de Texas, el sur de Nuevo México y el norte de Chihuahua. Finalmente, el ancestro del Río Grande rompió sus barreras terrestres naturales, y fluyó hacia el suroriente uniéndose al Río Concho de Chihuahua, y recorren juntos desde entonces, cientos de kilómetros para precipitar su caudal en el Golfo de México. El lago Cabeza de Vaca se drenó, dejando depósitos de arena saturados de agua de cientos a miles de metros de espesor (1).

Dentro del Campo Potrillo se pueden explorar con relativa facilidad dos maravillas volcánicas: el cráter Adén, y el hoyo o caldera volcánica Kilbourne, de los cuales damos algunos pormenores a continuación.

El cráter Adén.

Fotografía de una hendidura profunda en el cráter Adén capturada en abril de 2009 por Arturo Juárez.

Jay W. Sharp enuncia (1) que según la autoridad volcánica Jerry M. Hoffer, el cráter Adén, en la parte norte del campo, se originó por una sucesión de flujos de lava que salieron de un solo respiradero, formando con el tiempo un cono en forma de escudo romano. La "salpicadura" volcánica (gotas de roca fundida) entró en erupción, formando un borde alrededor del cráter. Los flujos de roca fundida regresaron, saliendo del respiradero para quedar atrapados por el borde de salpicaduras como un "lago" de lava. Cuando la última lava se escurrió por el conducto de ventilación, la superficie inmediatamente circundante se derrumbó, dejando un gran pozo dentro del cráter (1).

Una posibilidad para haber nombrado al volcán con la palabra “Adén” es la siguiente: Adén o Adén (en árabe: Adán) es una ciudad de Yemen, 170 kilómetros al este del estrecho de Bab-el-Mandeb. Un puerto natural, construido en una vieja península volcánica. La ciudad antigua de Adén, está situada en el cráter de un volcán extinto, y sus primeros registros datan de los siglos V y VII antes de Cristo. Tiene en la actualidad una población de unos 800.000 habitantes (3).

Jay Sharp nos narra en su crónica (2) que en el cráter Adén un día, hace unos 11.000 años, cuando la última Edad de Hielo llegaba a su fin, un perezoso terrestre shasta aun joven, del tamaño de un oso negro moderno, probablemente tropezó por un paso en falso o por una persecución depredadora, y se hundió en un respiradero de gas, en el borde del cráter Adén, un cono de lava volcánica de baja altitud. El perezoso perecería, con los restos de su última comida aún en su barriga (2). 

A fines de 1927 o principios de 1928, tres jóvenes, Ewing Waterhouse, Wilson Esterly y Carlos Rushing, llegaron al cráter Adén con la intención de explorar la fumarola. venían preparados para la aventura, pero difícilmente podrían haber anticipado lo que iban a encontrar mientras descendían con una cuerda hasta el suelo de la fumarola (2).

 El descenso al pozo fue difícil... dijo Longwell, citado en “A Remarkable Ground Sloth” de Richard Swann Lull, un informe académico sobre el animal. "...fue necesario utilizar una cuerda, aprovechando alguna que otra irregularidad de la pared para apoyar los pies. La bajada fue casi vertical durante los primeros treinta metros. Desde el primer rellano el tubo del respiradero continúa descendiendo irregularmente por una serie de pendientes pronunciadas, estiramientos casi horizontales y caídas verticales, el diámetro variaba mucho…” (2)

Después de un paso tortuoso, dijo Longwell, llegó a una gran cámara de unos cinco por nueve metros. Al igual que otras cámaras, contenía una gran cantidad de guano de murciélago. Fue en el suelo de esta cámara donde Waterhouse y sus amigos, se encontraron con el esqueleto del perezoso, casi completamente enterrado en el guano seco y suelto, y a una distancia de unos treinta metros verticales por debajo de la boca de la fosa (2).

Imagen del perfil de la fumarola del cráter Adén, en el fondo de la cámara izquierda fue donde se encontró el cuerpo fosilizado del perezoso en 1927-28. La imagen está basada en la   prepararada por Goar y Nauser  en 1991 y publicada en la investigación del editor: G. Thomas Rea “Sixth International Symposium on Vulcanospeleology”. Hilo, Hawaii, August 5-9, 1991. Organizers: William R. Halliday et al. Edited by, ISBN 1-879-961-02-4, 286 pages, softbound National Speleological Society, Huntsville, 1992. Consultados en abril de 2022 en los sitios: http://www.vulcanospeleology.org/sym06/ISV6x13.pdf http://www.vulcanospeleology.org/symposia.html

Waterhouse, que había guiado a Longwell hasta el cráter Adén y la fumarola, había notificado anteriormente del hallazgo al “Museo Peabody” de la Universidad de Yale mediante una carta fechada el 25 de febrero de 1928. Adjuntó fotografías y dibujos que alertaron al museo del hecho que él y sus dos amigos habían encontrado algo extraordinario: se había descubierto un perezoso terrestre en un notable estado de conservación. En su edición del 7 de enero de 1929, la revista Time informó que después de la muerte del perezoso, "... impasibles, los murciélagos, arrojaron su guano sobre el cadáver, esta ‘sucia cubierta’ preservó los huesos, dientes, tendones, piel e incluso una bola de comida en su estómago…". Años más tarde del descubrimiento, la datación por radiocarbono indicaría una edad del perezoso en el rango de 11.000 años (2).

El Museo Peabody, al darse cuenta de que el perezoso parcialmente momificado ofrecía una ventana importante al pasado, rápidamente hizo arreglos para adquirir y estudiar los restos. "El espécimen estaba completo", dijo Lull, "los huesos estaban articulados por sus ligamentos y tendones originales. También estaba presente algo del tejido conectivo que cubre los huesos, parches de piel y la membrana mucosa que recubre el paladar duro, así como algunas fibras musculares". Incluso se había conservado parte del pelo áspero de color amarillento del animal. Sorprendentemente, el perezoso no se había roto ninguno de sus huesos al caer a la fumarola (2).

Un perezoso terrestre shasta adulto, es uno de los gigantes más pequeños, ahora todos extintos, medía más de dos metros desde la punta de la nariz hasta la punta de la cola; y más de tres pies de alto en el hombro. Probablemente pesaba alrededor de 180 kilogramos. En comparación, una especie contemporánea del perezoso terrestre gigante, el Eremotherium, medía unos 6 metros de largo y pesaba una tonelada (2).

Fotografía de una reconstrucción artística de un perezoso. Origen de la imagen: Jay W. Sharp. “Shasta Ground Sloth. Nothrotheriops shastensis. The Story of Its Discovery at Aden Crater in New Mexico”. DesertUSA.com and Digital West Media, Inc. -Consultado el 5 de abril de 2022 en el sitio https://www.desertusa.com/animals/shasta-ground-sloth.html

 El documentador juarense de esta ficha, visitó el cráter del volcán Adén en abril de 2009 en compañía de otras personas, que notaron, después de abandonar el camino pavimentado, un campo desolado pero tranquilo, con bancos de arena y un piso de lava que presentaba algunos bordes filosos para las llantas del vehículo. El paisaje era bello, combinando diferentes colores marrones oscuros de la lava con los amarillos de los matorrales de baja altura que crecen en los alrededores.

Fotografía del panorama cercano al cráter Adén capturada en abril de 2009 por Arturo Juárez.

El Hoyo Kilbourne.

El hoyo, caldera volcánica o “maar” Kilbourne es según Sharp (1), un hito natural de fama mundial ubicado en el borde Este del campo Potrillo, ha atraído durante mucho tiempo a los científicos que quieren comparar el “maar” con características similares en otros cuerpos del sistema solar (1).

Un "maar" según el sitio educalingo.com/ es un ancho cráter volcánico de bajo relieve que tiene su origen en una erupción provocada por una explosión causada por el contacto de aguas subterráneas con lava caliente o magma, de ahi el nombre de "calderas". Un maar típicamente se llena de agua para formar un lago cráter relativamente poco profundo. La erosión profunda de un "maar" presumiblemente expondría un diatreme. Los "maars" varían en tamaño de 60 a 8,000 m de ancho y de 10 a 200 m de profundidad, la mayoría estan comúnmente llenos de agua para formar lagos naturales. La mayoría de los "maars" tienen los bordes bajos compuestos de una mezcla de fragmentos flojos de rocas volcánicas y de rocas rasgadas de las paredes del diatreme.

El Kilbourne es una de las calderas volcánicas -maar- más grande y mejor conservada del mundo, que se formó en un lapso de entre 24,000 y 100,000 años, se extiende aproximadamente tres kilómetros de largo y uno y medio de ancho. Su fondo se encuentra a varias decenas de metros por debajo del suelo del desierto que lo rodea (1).

Al principio, su apariencia inusual llevó a algunas personas a especular que había sido causado por un meteorito que se estrelló contra la tierra y rebotó, como una pelota de tenis, de regreso al espacio. En comparación con volcanes como el cráter Adén, que se desarrolló con el tiempo, el Hoyo Kilbourne apareció repentinamente cuando el vapor sobrecalentado producido por el magma y el agua subterránea arrojó al cielo unos 500 millones de metros cúbicos de arena, fragmentos de roca y basalto. La explosión, según Earl M. P. Lovejoy, estudioso del pasado geológico de El Paso, produjo un cráter en forma de embudo. Gran parte del material de la explosión volvió a caer en el cráter, rellenando una gran porción del vacío. Otro material cayó alrededor del borde del cráter, formando un canto (1).

Posteriormente, en lo que probablemente fue una serie de "erupciones entrecortadas”, según Hoffer, nubes de vapor, material expulsado y escombros se combinaron para construir "una muralla de cortezas volcánicas estratificadas “. Después de que terminaron las explosiones, las paredes se hundieron en el cráter, ampliando su diámetro, y los vientos depositaron dunas de arena alrededor del borde (1).

El documentador juarense visitó los hoyos Kilbourne y Hunts en 2006, fue una experiencia rica y memorarle, aunque el recorrido fue hecho de manera muy básica y rápida.

El Hombre Prehistórico en "El Campo Volcánico Potrillo".

Según Jay Sharp (1) el hombre ha tenido presencia local durante siglos. Se han encontrado evidencias alrededor de los lagos de playa, que contienen fragmentos delgados de cerámica, escamas de pedernal y herramientas para moler. Se pueden encontrar más evidencias en la parte superior de las dunas de arena depositadas por el viento en el extremo norte del Kilbourne, donde ocasionalmente todavía aparecen bases o pisos de antiguas fogatas, fragmentos de cerámica, puntas de proyectil, copos de pedernal y herramientas de moler (1).

Todavía se pueden observar en el fondo del Kilbourne, la base de roca de alguna estructura rudimentaria de tiempos históricos. Hoy en día, los propietarios llevan ganado a través del Campo Volcánico Potrillo, proporcionando agua con pozos impulsados por molinos de viento y complementando el escaso pastoreo con alimento comercial (1).

Jay Sharp también ofrece en su crónica (1) algunas precauciones para la exploración del Campo Volcánico Potrillo:  si se conduce con cuidado, no necesitará un vehículo de tracción en las cuatro ruedas para transitar, pero ciertamente no debe ser un transporte de baja altura. Dado que el área es remota, fuera del alcance de algunos servicios de telefonía celular, se debe informar a un conocido a dónde planea ir y cuándo espera regresar.  Idealmente, debe hacerse el recorrido junto con otros vehículos. Necesitará zapatos resistentes para caminar y preferiblemente un buen bastón para caminar sobre la arena y la lava de superficie áspera. Debe llevar agua y comida para en caso de que quedar varado. Estar atento a las serpientes de cascabel que prefieren especialmente las madrigueras de roedores y los numerosos recovecos alrededor de los cráteres y los flujos de lava.

 Las manifestaciones volcánicas en el lado mexicano.

La perspectiva del Campo Volcánico Potrillo, en el lado chihuahuense se puede apreciar en la descripción hecha por Cecilia Guerrero, en artículo publicado en El heraldo de Chihuahua (6): Ignorados por siglos, tres volcanes inactivos se encuentran en el territorio chihuahuense. su edad, 14 milenios, su última erupción, hace ya 1,500 años. Inactivos, quizás esperando que una fuerza resurja de su interior, a solo 1 km de la frontera con Nuevo México, Estados Unidos, tres pequeños crestones negruzcos de lava contrastan la imagen desértica y de dunas que prevalece en el norte de la entidad…su última exhalación se registró hace milenio y medio y que podrían formar parte de esa falla orográfica que se extiende por el Estado de Nuevo México (6).

Es el ejido de Nuevo Cuauhtémoc, ubicado a unos pocos kilómetros del municipio de Juárez, el que alberga en sus inmediaciones a 3 volcanes, cuya altura no supera los 80 m y cuyo diámetro rebasa en poco los 3 km. Basta tomar la carretera Ciudad Juárez a Ascensión y desviarse a la derecha en el kilómetro 42, justo en el rancho “Los espejos”, para recorrer luego 18 km al norte y encontrar el espectáculo que estos volcanes representan. El recorrido, aunque algo abrupto, va dejando claras muestra del sitio al que habrá de llegarse. Pequeñas manchas negras van apareciendo en el camino y las casas de los ranchos construidas a lo largo del sendero fueron hechas de piedra negras, piedras volcánicas (6).

Luego de internarse por 18 km de veredas de terracería, el camino finaliza justo en el rancho “Los volcanes”… Frente a este, existe una hondonada de aproximadamente 3 km de diámetro y en el centro de la misma emergen tres crestas negras, una de ellas destruida casi completamente por la mano humana. El más pequeño de los volcanes, ubicado del lado derecho, se encuentra excavado en su faldeo, esto debido a que su material fue extraído por varias compañías comerciales para la fabricación de block de concreto, toda vez que las cualidades del material dan más ligereza a dicho producto. Según señalaron los moradores, la primera exploración tuvo lugar en 1938, la cual estuvo a cargo de la compañía Maese, por 18 años aproximadamente, después estaría cargo de particulares…Por desgracia, el volcán ya excavado ha perdido casi por completo su forma, convirtiéndose en solo un cerro a medias, cuyo centro negro llama considerablemente la atención. El volcán del centro esconde un poco a otro de tamaño similar, que se encuentra detrás de él; éste ha sido excavado también, aunque no en las magnitudes que el primero. Solo una punta de su falda. El último, a diferencia del otro par, aun no se encuentra marcado por los caminos, que a base de años y tránsito por vehículos de carga pesada han dejado en ellos. Separados por un centenar de metros uno del otro, los tres volcanes poseen una forma cónica y las cicatrices en sus lomos, dejan ver que, en tiempos remotos, dejaron correr lava (6).

La planicie donde se ubican permite que sean admirados desde varios kilómetros de lejanía. Formados por rocas negras y sin inclinaciones muy pronunciadas, los volcanes del Ejido de Nuevo Cuauhtémoc resultan fáciles de escalar. En la cima de cada uno de ellos se puede observar una pequeña hondonada, que puede haber sido la boca por la que emanaron la lava hace varios milenios. Su vegetación, conformada por diminutos arbustos que, cubiertos por los hongos, producidos quizás por el entorno húmedo del sitio y la altura a la que se encuentran, muestra una imagen amarilla y verduzca que contrasta de manera tajante con el negro de sus rocas… (6).

Compilación hecha por Arturo Juárez en abril de 2022. Publicado el 10 de abril de 2022.

Fuentes utilizadas.

1.- Jay W. Sharp. “Potrillo Volcanic Field. Volcanoes in the desert”. DesertUSA.com and Digital West Media, Inc. -Consultado el 5 de abril de 2022 en el sitio https://www.desertusa.com/desert-activity/potrillo-volcanic-field.html

2.- Jay W. Sharp. “Shasta Ground Sloth. Nothrotheriops shastensis. The Story of Its Discovery at Aden Crater in New Mexico”. DesertUSA.com and Digital West Media, Inc. -Consultado el 5 de abril de 2022 en el sitio https://www.desertusa.com/animals/shasta-ground-sloth.html

3.- Wikipedia. Articulo: Adén. Consultado el 5 de abril de 2022 en el sitio: https://es.wikipedia.org/wiki/Ad%C3%A9n

4.- Editor: G. Thomas Rea “Sixth International Symposium on Vulcanospeleology”. Hilo, Hawaii, August 5-9, 1991. Organizers: William R. Halliday et al. Edited by, ISBN 1-879-961-02-4, 286 pages, softbound National Speleological Society, Huntsville, 1992. Consultados en abril de 2022 en los sitios: http://www.vulcanospeleology.org/sym06/ISV6x13.pdf http://www.vulcanospeleology.org/symposia.html

5.- René A. De Hon and Richard A. Earl. “ Reassessment of features in the Aden Crater lava flows, Doña Ana County, New Mexico”. Department of Geography, Texas State University, 601 University Drive, San Marcos, Texas 78666. New Mexico Geology Spring 2018, Volume 40, Number 1. Consultado en abril de 2022 en el  sitio:   https://geoinfo.nmt.edu/publications/periodicals/nmg/40/n1/nmg_v40_n1_p17.pdf

 6.- Cecilia Guerrero. Artículo “Los tres volcanes de Chihuahua”, publicado en El Heraldo de Chihuahua el 26 de abril de 1998. Consultado el 8 de diciembre de 2006 en el Archivo de la Biblioteca Central de la UACJ.


 

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